viernes, 9 de septiembre de 2011

¡Que no se pierdan las ganas de pensar!

La computadora, la televisión, los diarios online, esta todo al alcance las manos. Sin siquiera tener que moverse de las casas para que la información llegue y poder actualizarse y aprender. Hoy, la generación que creció sin saber lo que es buscar un libro en una biblioteca o escribir un cuento a mano en una hoja y con una lapicera, está lejos de utilizar su inteligencia para algo más que lo que es lo digital.

Los medios de comunicación educan, de manera correcta o incorrecta, más que las propias instituciones. Los jóvenes aprenden las cosas por medio de la televisión o por internet, antes de siquiera poder vivirlo naturalmente.

Franco Bifo, en su libro "Generación Post Alfa" define a este grupo como aquella generación que no tiene afinidad con la cultura critica escrita, aquella que fue educada en mayor medida por los medios de comunicación y en menor medida por las instituciones tradicionales como la familia, la escuela, etc.

En las sociedades postmodernas, hay un modelo de producción en el cual se acumula capital a través de producción y la acumulación de signos y aquí aparece la capacidad cognitiva como principal recurso productivo. La implementación de nuevas tecnologías produce que el Semiocampitalismo equipare la mente con innovación de lenguaje y comunicación.

Aquí podemos encontrar una doble articulación para el Signo. Por un lado puede ser material y por otro la inmaterial, que vendría a ser el valor mental que cada persona le pone al signo.

He aquí el quid de la cuestión. La generación post alfa se encuentra tan acostumbrada a que todo sea sencillo y que la información sea acotada y simple, que en el momento en que se necesite mucho tiempo para interpretar un signo, el valor capital invertido para producirlo será desvalorizado. El enemigo principal del semiocapital es el significado.

La capacidad cognitiva está en peligro de extinción, la inversión para de capitales en innovaciones también. El capitalismo quiere aumentar cada vez más la productividad, para aumentar los beneficios y hay muchas personas que al no poder seguirle el ritmo a esta ola avasallante se quedan fuera del sistema.

El peligro yace en que cabe la posibilidad en el que la ignorancia reine y la intriga, la inteligencia, la ambición de saber más, sea tan solo una cosa de locos.


Por Jazmin Beccar Varela

2 comentarios:

  1. De acuerdo contigo, querida Jazmín, que las cosas se dan, por decirlo de alguna forma, ya "masticadas", procesadas, listas para asimilar sin ningún esfuerzo. Como crías en su nido inexpugnable, las generaciones actuales - y creo que, en mayor o menor medida, nos podríamos incluir - están sometidas a la sobreprotección del entorno, emprezando por nuestro querido sistema capitalista y terminando por "los niños de papá y mamá", pasando por esa temida peligrosidad del mundo, sin duda infundada.

    Lo sencillo, lo acotado y simple, como bien dices mi querida Jazmín, no crea otra cosa que miedos e inseguridades, individuos acostumbrados a lo hecho, a enunciados, estímulos e informaciones que se cuelan en mentes blandas acostumbradas a decir que sí, memorizar e imitar.

    Cuando todo se nos da hecho, sin ningún esfuerzo, ¿qué nos queda, a qué podemos aspirar? A poca cosa. Es así en muchos ámbitos de la vida, y la comunicación, la tecnología y la información no son excepciones. La intriga, la inteligencia, la ambición cognitiva y la crítica... no interesan, tristemente, a los que venden burdos contenidos carentes de humanidad, ética, solidaridad, arte y cultura.

    Puede ser que sí, que pensar sea una cosa de locos.

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  2. Entocnes y gracias a dios, somos locos los dos.

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